Ser un excelente estudiante no es malo, lo malo es creer que para ello necesitamos estar en constante competencia con el resto de los compañeros y no se pueda trabajar en equipo. "Este ha sido un gran problema cuando se implementó la modalidad de graduación por excelencia académica en muchas universidades", reveló Marcelo Martínez, psicopedagogo de la Universidad Católica Boliviana San Pablo.
Para conocer. La excelencia académica fue creada para dar un incentivo a los estudiantes para mejorar sus promedios de calificación. "Pero algunos estudiantes comenzaron a verlo como una competencia, a observar a otros estudiantes de su misma clase como rivales que le pueden quitar el lugar que pretenden ganar obteniendo 100 sobre 100", explicó la psicóloga Rosario Santos. Según Martínez, el estudiante se torna individualista y, por ende, no socializa sus opiniones, sus puntos de vista, ni mucho menos los conocimientos que adquiere.
Consecuencias. Las consecuencias de "ir como caballo cochero tras los 100 puntos" son: primero, la autopresión, entendida como la presión que se ejerce el mismo estudiante por obtener la calificación más alta. "Aunque tenga que esforzarse el doble y que además influya la presión de sus familiares", apuntó Martínez. Segundo, la ansiedad, entendida como los trastornos en la alimentación y horas de descanso, que afectan directamente al cuerpo humano, no es saludable para ningún estudiante. Tercero, individualismo, que no les permite desarrollar la vocación de servicio que toda carrera tiene. "Aunque sean médicos, arquitectos u odontólogos", aseveró.
Salidas. Tanto el psicopedagogo como la psicóloga coinciden al afirmar que la solución más acertada es que el estudiante no baje su nivel académico y mantenga el de socialización con su entorno.
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