De acuerdo a la versión del psicopedagogo Marcelo Martínez, existen dos grandes etapas en la vida que nos ayudan a crecer como personas y seres humanos. La primera, cuando salimos del seno familiar hacia el primer curso del colegio. Las pataletas y el lloriqueo de los primeros días son una muestra de lo transcendental que ha sido llegar a esa edad y tener que asumir el rol de hijo, hermano y estudiante. El segundo, cuando salimos del colegio y debemos enfrentarnos a la "gran masa universitaria", donde no podemos hacer pateletas, pero donde también sufrimos cambios y transformaciones en emociones y comportamientos que van acompañados con la edad.
¿Cómo enfrentar la nueva etapa? El paso del colegio a la universidad infiere muchas situaciones, "desde el ambiente que se respira en la ciudad universitaria, hasta el lenguaje que se utiliza es diferente al colegio, por eso es importante la madurez del joven estudiante", resaltó Martínez.
Según el profesional, desde que el menor ingresa a la etapa escolar se le debe enseñar que existe un antes y un después, esto le permitirá entender el crecimiento como etapas obligatorias por las que se debe pasar en la vida.
"La sobreprotección de la familia y de la misma unidad educativa muchas veces no los enfrenta a situaciones y hechos reales en los que deban tomar decisiones por sí solos", indicó.
¿Cómo lograr esa madurez? "Esto va principalmente para los padres. Deben motivar a sus hijos a cambios constantes de ambientes; es decir, además de estudiar en el colegio en la mañana, registrarlos en cursos de idiomas o deportes en las tardes", recomendó Martínez, a tiempo de sostener que esto les permitirá diversificar sus ambientes de desarrollo.
"Tener varios ambientes para desempeñarse como estudiante le permitirá abrir su mente y no aferrarse a un solo espacio (colegio)", reforzó la psicopedagoga Natalia Jiménez.
Para los universitarios. Si hubo miedo al ingresar a la etapa escolar y además a la universitaria, es seguro que existirá la misma sensación para cuando entre al mercado laboral. "Para evitar ello es bueno hacer prácticas que simulen las situaciones a las que se enfrentará como profesional", sostuvieron Martínez y Jiménez.
Consecuencias. Entre las peores repercusiones que pueden producir no adaptarse a la vida como universitarios están: cambio repentino de carrera, abandono de la universidad o en su defecto no contar con estabilidad laboral, puesto que como estudiante no asumió su rol de futuro profesional, coincidieron al remarcar los profesionales en psicopedagogía.
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