Los grandes físicos, matemáticos, literatos y filósofos del mundo tenían sus propias técnicas de estudio. El filósofo griego Aristóteles recurría siempre a la lógica, complementada con el lenguaje para sumergirse con éxito en diferentes áreas de conocimiento. Por encima de cualquier otro sistema, Aristóteles trataba de establecer relación a través de la realidad entre dos conceptos diferentes.
La manera que Leonardo Da Vinci tenía de aprender era dejar fluir los sentidos para percibir detalles que en un primer momento podrían escaparse. Dueño de una curiosidad insaciable, prestaba atención a todo aquello que le resultaba diferente, original, digno de ser investigado.
Por su parte, el físico alemán Albert Einstein dejó claro en una misiva a su hijo que el secreto para aprender de forma rápida y eficaz es estudiar con pasión. No tienes que sentarte frente a los libros con la sensación de obligación, hazlo por el placer de saber más cosas, de mermar tu ignorancia. Y Steve Jobs, cofundador de Apple, centró su método en la concienciación. A través de la meditación, Jobs conseguía purificar su mente, alejando los pensamientos negativos para dar cabida a lo nuevo.
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