domingo, 2 de febrero de 2014
Cambio de carrera sin culpas
La emoción con que Carolina llegó a la universidad fue esfumándose poco a poco. Después del segundo semestre de estudio las dudas comenzaron a acecharla.
La carrera que decidió estudiar dentro del área de informática no resultó ser como esperaba. Le costaba entender los nuevos conceptos que le iban enseñando y la verdad no se sentía a gusto en clases ni se veía a futuro trabajando dentro de esa actividad.
¿Cambiar o no de carrera?, esa era la pregunta que mantuvo a esta joven muy angustiada antes de buscar ayuda y optar por una carrera dentro de las ciencias sociales y humanísticas.
Al igual que Carolina, muchos jóvenes se han enfrentado a ese gran dilema. Algunos optan por hacer el cambio de inmediato sin hacer una evaluación previa ni consultar a nadie. Pero otros pasan por un proceso de asimilación más largo. Y es ahí donde un sinfín de sentimientos encontrados comienza a apoderarse de ellos.
Especialistas en orientación vocacional y sicopedagogía consideran que cambiar de carrera no debe ser visto como un fracaso sino como una oportunidad para fijarse nuevos desafíos.
Algunas causas
Maricruz de Urioste, jefa del departamento de Asesoría y Bienestar Estudiantil de la Universidad Privada de Santa Cruz (Dabe-UPSA), cree que la incertidumbre sobre la carrera profesional elegida puede presentarse en cualquier momento (al inicio, a media carrera o al finalizar los estudios) y puede atribuirse a varios motivos.
Entre ellos, a la falta de una adecuada orientación vocacional o al desconocimiento de las habilidades personales que tiene el estudiante para las áreas académicas que son de su interés.
Según esta profesional, algunos estudiantes confunden sus intereses vocacionales (es decir, qué es lo que a mí me gustaría ser o hacer) con las habilidades reales que tienen para lograr ese objetivo. “El problema es cuando hay una gran distancia entre lo que a mí me gustaría hacer frente a lo que yo realmente puedo hacer. Muchas veces los intereses vocacionales no son suficientes para alcanzar una meta”, explica.
En ese sentido, observa puntualmente el caso de estudiantes que optan por seguir carreras relacionadas con las ciencias exactas y que tropiezan con problemas de habilidad numérica.
Es en ese momento, que la frustración comienza a apoderarse de ellos y los obliga a buscar un cambio de carrera.
“Esa ya es una evidencia de que el estudiante no tiene los recursos académicos o la formación básica suficiente”, dice.
A la experta en orientación vocacional le llaman la atención los casos de cambios radicales entre carreras que no tienen relación. Cita el caso de estudiantes que han dejado carreras sobre ciencias exactas por otras del área empresarial o humanística.
Sentimientos enfrentados
En medio de ese dilema, emerge el miedo, acompañado por la culpa y la vergüenza, según destaca el portal de orientación vocacional personalizada: Desarrollarme.com
Los expertos de ese sitio web observan que los estudiantes que pasan por la encrucijada de cambiar o no de carrera son atrapados por el miedo a lo desconocido, a la inseguridad y a la opinión familiar. A ello le sigue un sentimiento de culpa por el ‘tiempo perdido’ (hay una tendencia a ver el tiempo invertido como si fuera un tiempo desperdiciado) o por la destrucción del
‘plan de vida’ imaginado. Y, por otro lado, aparece la vergüenza, ante la posible mirada ajena.
“Las comparaciones con otros compañeros hacen que haya un sentimiento de inferioridad que no aporta nada positivo”, enfatiza el mencionado portal de internet tras agregar que también influye el aspecto social, que pide cada vez una incorporación más precoz al mundo laboral profesional y la necesidad de los alumnos de finalizar los estudios lo antes posible para poder comenzar a trabajar y autosustentarse.
En su conjunto, todo hace que la presión al momento de pensar en un cambio de carrera sea mayor y la decisión se haga cada vez más difícil y traumatizante.
Por su parte, la sicóloga Liliana Zabala explica que esta disyuntiva genera una serie de contradicciones en los jóvenes, repercutiendo visiblemente en sus actitudes por lo que urge tomar este tema con seriedad.
“De hecho, un cambio de carrera representa una oportunidad potencial para perseguir un interés que una persona puede haber tenido desde hace tiempo. Sin embargo, ese proceso también implica consecuencias, que puede que no haya considerado, como que no llena sus expectativas y puede convertirse en otro fracaso. Por lo que se debe evaluar muy bien la nueva elección de carrera que se hará”, indica.
Palabras que pesan
Jaime también estuvo en la encrucijada de no saber que otra carrera seguir. Su madre quería qué estudiara Medicina pero el joven no se sentía a gusto con eso, apenas podía soportar ver sangre.
Luego de someterse a otra prueba vocacional, se dio cuenta de que tenía aptitudes e intereses para carreras del área empresarial. Hoy ya es un profesional en Administración de Empresas.
Algunos estudiantes como Jaime también se ven presionados por sus padres o por otras circunstancias externas a estudiar una u otra carrera que no va con su potencial académico.
“Hay padres que desplazan sus frustraciones a sus hijos, induciéndolos obligatoriamente a carreras según su conveniencia, lo que puede desencadenar en un fracaso profesional o laboral.”, alerta la sicóloga Liliana Zabala.
Asimismo, la profesional en orientación vocacional Maricruz de Urioste afirma haber atendido a jóvenes angustiados porque no sabían cómo decirles a sus padres que querían cambiar de carrera. “Muchos chicos están confundidos cuando salen del colegio y no saben lo que quieren. Entonces, la opinión de los padres es tan poderosa que puede inclinarlos erróneamente a ciertas carreras. De ahí que ciertos jóvenes luego temen defraudar la expectativa de sus padres y siguen estudiando algo que realmente no los satisface”, indica.
Pero aquella decisión tan importante para el futuro profesional de una persona puede también verse influenciada por otros factores que terminan obligando a un estudiante a dudar de la carrera elegida inicialmente, coinciden en afirmar otros expertos.
Entre ellos elegir una carrera sin suficiente información (basándose solo en rumores o prejuicios); estudiar por estudiar (sin saber qué quieren hacer realmente y, por tanto, sin estar motivados); no valorar todas las alternativas posibles; decidir por lo que dicen o hacen los demás; elegir lo fácil; guiarse solo por las salidas laborales y decidir con prisa, sin dedicarle el tiempo necesario para valorar las diferentes alternativas posibles.
Cómo enfrentarlo
En criterio de Maricruz de Urioste y Liliana Zabala, el apoyo de los padres de familia es fundamental en esta disyuntiva de cambiar o no de carrera. “Lo que digan o hagan los padres puede facilitar ese proceso de transición o bien empeorarlo y hacerlo más dramático”, resalta Maricruz de Urioste.
Las universidades, institutos y otros centros educativos también cumplen un importante rol para orientar a los estudiante a que su nueva elección de estudio sea más consistente y acertada.
Frente a ello, se recomienda buscar un buen asesoramiento vocacional en esas instituciones y apoyo sicológico, en caso de que sea necesario, para así poder atender los problemas emocionales que puedan suscitarse.
También se aconseja buscar un experto en aplicación de test sicológicos (como los sicométricos, de aptitudes, intereses, proyectivos y de personalidad) para determinar su orientación vocacional y profesional.
Además, el respaldo familiar hacia el estudiante es indispensable para ayudarlo a salir de la crisis. “Los padres deben hablar con sus hijos e identificar sus fortalezas y debilidades. Eso ya lo pueden ir detectando desde la pubertad cuando los chicos muestran habilidades y aptitudes para ciertos oficios”, dice Zabala.
Y de parte del joven, se requiere mucha voluntad y esfuerzo para planificar su futuro con seriedad. Asimismo, se les recomienda reunir toda la información académica sobre las carreras que sean afines a ellos
¿Por qué estoy pensando en cambiar de carrera?
Los motivos más frecuentes
Idealización de la carrera. La falta de información sobre la carrera, la formación de una imagen errónea sobre la misma o la idealización del mundo universitario, son algunas situaciones que llevan a preguntarse sobre lo acertado o no de la elección.
Fracaso en exámenes. Los primeros exámenes suelen ser claves. Los jóvenes lo asumen como un indicador de lo que será su futuro educativo. Hay que diferenciar si el supuesto fracaso, que no es más que un pequeño tropiezo, se debe a una cuestión vocacional o si está relacionado con una inapropiada modalidad de estudio o con dificultades en la organización.
El nivel educativo previo. Si la educación secundaria ha sido pobre o si no se ha preparado lo suficiente al alumno para afrontar las exigencias de un primer año universitario, los resultados pueden ser negativos. Entonces, el protagonista no podrá manejar los contenidos ni las situaciones que se le vayan presentando.
Incertidumbre vocacional. Tiene lugar cuando la pregunta central es: “¿Es realmente esto lo que quiero para mi vida?”, “¿es esta la carrera para mí?”. Suele surgir cuando, una vez insertados en la facultad, conociendo otros estudiantes y profesionales del rubro, sentimos que tal vez ese no sea el lugar para nosotros.
¿Cómo empezar desde cero en una nueva carrera?
Primero identifique los motivos y actúe
Asesoría profesional. Si su problema radica en una inadecuada modalidad de estudio o desorganización, el apoyo universitario o algún tipo de tutoría puede resultar de gran ayuda. Consulte en su universidad si ofrecen algún servicio de asesoramiento para los estudiantes que enfrentan esta situación.
Reorientación vocacional. Si la incertidumbre tiene como base un tema vocacional, lo cual es habitual, es importante pasar por un proceso personalizado de reorientación vocacional. Eso debe hacerse independientemente de si realizó o no en su momento algún tipo de orientación vocacional para elegir su primera carrera. Permitirse pensar sobre lo que le gusta o no y probar es perfectamente natural. Si lo que ha elegido no se condice con lo que realmente quiere hacer, va a sentir un gran alivio cuando haya seguido su vocación.
Sin dramatismo. Hay que restarle dramatismo a la situación para poder trabajar sobre lo que realmente importa. Aléjese del lugar de “lo que no hice”, “lo que no pude”, “lo que no fue”, para concentrarse en lo que sí desea y lo que vendrá. Todo lo que haya aprendido, más que una pérdida, es una inversión, que le servirá en algún momento de su vida.
Alístese para escuchar . En lugar de quejarse, busque a personas de su confianza y escúchelos. Converse con adultos sobre sus trabajos y aprenda de las empresas en las que ellos están. Busque en sus contactos y redes sociales a alguien a quien pueda contarle su proyecto de cambiar de línea de carrera o iniciar una desde cero.
El trabajo ideal. No piense en profesiones, piense en aspectos de un cierto trabajo. Si pudiera hacer cualquier trabajo, ¿cuál sería? Anote la primera idea que se le venga a la cabeza y relaciónela con otros aspectos de carreras tentativas.
Sueñe en grande. ¿Qué quiere lograr el primer año en su nueva carrera?. Piense rápido y escriba tres metas profesionales. Otra pregunta: ¿qué haría hoy si no hubiese nada que se interpusiera en su camino? Imagine que alcanzó su meta y cuente cómo lo logró.
Desarrollarme.com/Gestion.pe
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